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Colorectal cancer patient displaying her Moffitt trophy

Jamie VandenAvond
paciente de cáncer colorrectal

Mi travesía comenzó en 2019, cuando le hice una llamada al médico porque estaba presentando unos síntomas intestinales raros. Después de la cita inicial, el médico no pareció preocuparse. Entonces, yo tampoco lo hice. Tenía otras cosas por las cuales preocuparme, como tener otro bebé. Nos habían dicho que sería prácticamente imposible tener otro hijo, pero en mayo de 2020 quedé embarazada. Durante el embarazo, los síntomas intestinales se volvieron más alarmantes. Sentía que algo no andaba bien, de modo

que pedí otra cita con el médico. Su respuesta fue igualmente distante y atribuyó los síntomas al embarazo. Tuve que insistir en que me remitiera al gastroenterólogo. Este especialista

me ordenó una serie de pruebas y me recomendó una colonoscopia. La programé para marzo de 2021, cuando mi hija tenía apenas 6 semanas.

El primer momento de cáncer que tuve fue al despertar de la colonoscopia. Vi a mi esposo en la habitación y el corazón se me fue al piso. Como estábamos en mitad de la pandemia, no se suponía que él estuviera en la habitación. En cuanto estuve consciente, nos informaron que habían encontrado un tumor. Después de reunirnos con varios médicos más, nos enteramos de que yo tenía cáncer de recto en estadio 3. Sentí como si me quedara sin aire y todo se oscureció por un momento. Me parecía que los médicos estaban hablando con otra persona. Después del choque inicial, me dije: «Voy a superarlo porque tengo que hacerlo. Tengo dos hijos que me necesitan».

Cuando iba en la mitad del tratamiento, mi esposo y yo decidimos que la vida es demasiado corta para esperar a tomar decisiones importantes. Siempre habíamos soñado en vivir en un lugar cálido después de jubilarnos, así que nos mudamos a Florida. Cuando les mencioné el nombre de Tampa a los oncólogos de Wisconsin, de inmediato comenzaron a decir maravillas de Moffitt Cancer Center. Pronto me di cuenta de que no estaban equivocados.

Terminé los cuatro últimos ciclos de quimioterapia en Moffitt, así como la ileostomía y la operación para cerrarla.

No podríamos haber deseado un mejor equipo de médicos y enfermeros, entre ellos, el doctor Julián Sánchez, quien realizó el cierre de la ileostomía.

Muchos me preguntan qué cambios hizo el cáncer en mi vida. La cambió de muchas formas. Antes del diagnóstico, era adicta al trabajo. El diagnóstico me enseñó que algunas cosas del trabajo pueden esperar hasta el día siguiente.

Ahora me digo que hay que vivir la vida pensando en hoy. Si quiere irse de vacaciones, váyase. Si quiere comprar una botella de vino de $30 en vez de una de $15, hágalo.

¿Sus hijos quieren pasar el fin de semana en la playa? Vaya con ellos. Desde el diagnóstico aprendí además que es importante eliminar del cuerpo los «cánceres emocionales». Entonces, si algo de mi vida me causaba un estrés innecesario, me libraba de eso.

El mejor consejo que tengo para quienes están pasando por esto es que el cáncer es difícil de sobrellevar. Hay que llorar, gritar y enojarse. Es importante reconocer estos sentimientos y dejarlos salir. Además, usted conoce su cuerpo mejor que nadie. Siga luchando y abogue por usted mismo.

Por último, espero poder ser una inspiración, un hombro sobre el cual llorar o un oído para escuchar a otras personas. He aprendido mucho en este proceso. Me gustaría compartir lo aprendido con otros que estén pasando por las mismas dificultades.

En Moffitt se ofrecen grupos de apoyo en los que usted puede hablar con personas que han tenido cáncer.

Llame a Trabajo Social, al (813) 745-8407 o visite Moffitt.org/Gruposdeapoyo si desea información sobre los grupos de apoyo que están a su alcance.