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Jen

Jen Poblete-Scaglione
paciente  

Puesto que se me asignó el género femenino al nacer, yo tenía los ciclos menstruales habituales cada mes. Comencé a tener ciclos irregulares con un sangrado leve entre una semana y otra, que después se volvió un sangrado diario leve. Se lo atribuí al estrés. Pasó el verano y me descubrí una masa, pero no le puse mucha atención. No me dolía.  Simplemente era incómoda. Al fin, mi esposa me dijo que pidiera una cita y me hiciera examinar de un ginecólogo. Así lo hice.

La consulta comenzó normalmente y luego mencioné el sangrado irregular. Después de un examen y de un viaje inesperado a la sala de urgencias, el médico llamó a Moffitt y me consiguió una cita para dos días después.

Cuando nací, me asignaron el género femenino por las características biológicas que tenía. Pero así como cambian las estaciones, mi identidad de género ha cambiado. Aquí estoy, 34 años después, deslizándome por el espectro del género y viviendo mi orgulloso y auténtico yo como persona no binaria transmasculina. Veamos esto paso a paso: al ser una persona no binaria, no me identifico totalmente como hombre ni como mujer; no me ajusto al concepto binario de género. 

Trans significa que me identifico con las personas transgénero. Masculino significa que me inclino más por lo masculino que por lo femenino y me manifiesto así. ¿Pero qué tiene que ver esto con mi experiencia de cáncer? Que además de la incomodidad del cáncer mismo, tengo una sensación acentuada de disforia. Mientras recibía el tratamiento, me miraban constantemente ciertas partes del cuerpo. No me avergüenzo de ellas; no las odio ni deseo que desaparezcan. Solo quisiera no tener que prestarles tanta atención. Pero veamos el equipo que me atiende en Moffitt.   

Desde el comienzo supe que estaba en un lugar seguro, no solo desde el punto de vista físico sino mental. Sabía que el equipo que me atendía no me juzgaba. Todas las personas que he conocido, incluidos los voluntarios y el personal que no es de atención médica, me han aceptado y acogido con los brazos abiertos. Cuando alguien está enfermo, de lo último que quiere preocuparse es de cómo va a percibirlo el equipo médico.

La gente como yo quiere que la traten como a cualquier otro paciente, sin importar su orientación sexual ni su identidad de género.

Nunca me preguntaron de manera formal qué pronombres prefiero, pero hay un formulario en línea que contiene esa pregunta. Mis pronombres son «elle» y «él», pero también acepto «ella». Mi objetivo principal era colaborar con el equipo médico para mejorar y para que ellos me dieran la mejor atención durante el tratamiento y la recuperación. Creo que tengo mucha suerte porque no todas las personas trans y no binarias se sienten aceptadas y bien atendidas. Algunas de ellas evitan todo tipo de citas médicas por temor a que las rechacen o las discriminen.

Les cuento esto porque espero que alguien como yo se identifique con este relato y le encante enterarse de que en Moffitt atienden a la persona completa, no solo a la parte afectada por el cáncer. También espero que la comunidad médica siga aprendiendo acerca de la atención médica del colectivo LGBTQ+, en particular, de las personas transgénero y no binarias. Demasiadas personas de la comunidad tienen miedo de ir al médico porque quizá no se identifiquen con el sexo que se les asignó al nacer y temen que las rechacen o las juzguen. Para la comunidad trans y no binaria es sumamente importante seguir yendo a consultas anuales preventivas (o comenzar a tenerlas). Pídale a alguien que vaya con usted, haga averiguaciones sobre los médicos, busque consultorios que acepten a personas LGBTQ+ y consulte recomendaciones en recursos locales. Su salud es importante; no se lleve un susto con el cáncer, como me pasó a mí. Aún no me he librado del cáncer por completo, pero vamos en la dirección correcta.