Skip to nav Skip to content

Bruce Mackey, familiar asesor de la Junta Consultiva de Pacientes y sus Familias

Mi esposa Loyce y yo pasamos juntos 55 años maravillosos. Sentíamos que nuestro matrimonio era algo especial y disfrutábamos plenamente de nuestra vida en común.

El cáncer llegó a finales de la década de los 70, cuando a Loyce le diagnosticaron melanoma en estadio III, pero con el paso de los años también tuvo cáncer de mama, que luego hizo metástasis al hueso sacro. Durante el tiempo que tuvo cáncer, Loyce batalló resuelta contra cada manifestación de la enfermedad. A medida que pasaban los años, yo fui aprendiendo a ser un cuidador que le brindaba mucho amor y apoyo.

Después de recuperarse del último tratamiento con radioterapia, Loyce volvió a su vida social activa y a un programa intenso de ejercicio: jugaba al tenis y caminaba tres millas y media al día, sin importar si había lluvia o sol. En los ocho años siguientes, la vida fue maravillosa, pero todo se derrumbó cuando ella se cayó en las escaleras del segundo piso. El traumatismo intenso le volvió pedazos el hueso y los nervios sacros.

Durante catorce meses consultamos a especialistas médicos de Daytona, pero ninguno pudo controlar el dolor insoportable que ella tenía. Por último, el oncólogo que la atendía cerca de casa nos recomendó ir al Consultorio de Neurooncología de Moffitt En el plazo de una semana, ella se reunió con un neurocirujano de Moffitt, quien programó una operación para la semana siguiente. De inmediato sentimos el espíritu compasivo de Moffitt. Por desgracia, la operación no dio resultado, pero a través de las interacciones que tuvimos con el Consultorio de Medicina Intervencionista del Dolor y con el Programa de Cuidados Complementarios y de Apoyo, pudimos atender nuestras necesidades emocionales y espirituales antes de regresar a casa para que Loyce recibiera cuidados terminales.

Unos días antes de su muerte, hablamos de cómo debía pasar yo el resto de mi vida. Ella me pidió que me concentrara en ayudar a otras personas y me ofreciera de voluntario en Moffitt, pues la atención que había recibido aquí era muy superior a la que había tenido en otros centros oncológicos. Ahora que han pasado ocho años, soy residente de Tampa y disfruto de una vida muy gratificante como familiar asesor voluntario de Moffitt.

Si desea más información sobre cómo ser paciente o familiar asesor, llame al (813) 745-2963 o escriba por correo electrónico a PatientAdvisors@Moffitt.org.